Lectores Comprensivos

11 nov 2010

Carta a un amor no olvidado

Desperté. Es bastante agradable levantar la mirada y lo primero que perciban mis ojos sea tu rostro apoyado sobre la almohada. Despertarte no era algo que quisiera pero el inevitable deseo de acariciar tu suave piel hizo que se abrieran tus parpados y volvieras a mirarme como cada mañana que amanecíamos en la misma cama y susurraste –Buenos días. Besos, caricias, y alguna mirada que hablaba por si sola en el silencio me hacían saber que empezaba un nuevo día y seguíamos juntos.

Salir de la cama resultaba un tanto difícil, pero lo hacia con la ilusión de llevarte el desayuno a la cama como cada fin de semana. Me encantaba verte reír cuando manchabas las mantas con la mermelada y era imposible enfadarme, ni siquiera poner una mala cara, solo con mirarte sonreía y no pasaba nada.
Con el estómago lleno nos tirábamos en el sofá con una manta para contarnos las batallitas de toda la semana. Algunos días salíamos de casa para pasear por la ciudad y recorrer las calles, comíamos en cualquier restaurante y comprábamos palomitas de colores para pasar la tarde echados en el salón viendo alguna película, aunque a veces matábamos las horas hablando sin parar hasta que llegaba la noche una vez más. El frio del invierno nos hizo estar muy unidos.

Después de meses llegó la primavera y con ella guardamos los abrigos y los paraguas. El calor del mes de abril nos hizo desnudarnos y pasar horas abrazados sintiéndonos cerca el uno del otro. Planeamos vacaciones y pequeñas escapadas cuando llegaran las vacaciones, aunque como sabes, esas vacaciones no llegaron.
Llego julio y te marchaste lejos de nuestros planes. Dejaste nuestras ilusiones aparcadas para viajar y conocer a lo que tú llamaste, tu nuevo yo. Estuve tiempo intentando entenderte y aunque debo reconocer que me costo demasiado, logré hacerlo, después de todo éramos jóvenes y no podíamos cortar nuestras alas con tantos sueños que cumplir.

Ahora, después de años te escribo esta carta para decirte que aunque te fueras y nunca volviera a saber de ti, tengo que reconocer que sigo enamorado de la chica que ando desnuda ante mis ojos muchos días de calor.

Encontré tu dirección en internet y quise comunicarme contigo, supongo que es extraño recibir una carta después de 20 años de la persona que te quiso como nadie lo ha hecho hasta hoy. No te culpo de dejarme en la soledad, pues rehíce mi vida. Conocí a una gran mujer que me ha querido demasiado y aun hoy por hoy, me sigue queriendo. Mis hijos van creciendo y adaptándose a un mundo que aun no conocen, pero son listos y no tendrán problemas. Además he dedicado mucho tiempo a meditar y a sufrir en silencio muchas cosas que nadie conoce.

No me quejo, la vida no ha sido mala conmigo. Me gustaría saber de ti y como fue el encuentro con la nueva vida que empezaste después de marcharte.
Escríbeme, por favor.

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